sábado, 30 de marzo de 2019

Estoicismo: Marco Aurelio y el arco

“Como soy un animal social y racional, me centraré en lo que es importante y depende de mí, no en lo que otros hacen o dicen, incluso si no obtengo los resultados deseados”.

Marco Aurelio Antonino Augusto, apodado “el Sabio” o “el Filósofo”, nació en Roma el 26 de abril del 121 y murió el 17 de marzo del 180; fue emperador de Roma desde el año 161 hasta el año de su muerte. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores de origen hispano y está considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica. La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas al tiempo que luchaba en los años 170 y 180, Aurelio escribió sus Meditaciones como fuente para su guía y mejora personal.

Sus notas son representativas de una mente lógica y de un pensamiento filosófico y espiritual acorde con el estoicismo, y en consonancia con los principales estoicos de raíz bética cordobesa: Séneca, Lucano y Helvia.

Introducido ya uno de los principales representantes de la corriente de filosofía denominada “estoicismo”, la interpretación de esta corriente de pensamiento lo sintetizo en 5 puntos clave:
  1. No preocuparse de opiniones ajenas. Este principio no debe ser mal interpretado, ya que existen opiniones que nos ayudan a mejorar, pero hay que saber discernir si son bien intencionadas o no. Con esto nos quita la limitación del “qué dirán” y a la vez nos da paso al siguiente principio.
  2. Estar cocientes de que el del tiempo de la vida es corto. Teniendo esto presente partir hacia un mayor y mejor aprovechamiento de actividades y a la vez agradecer de tener la oportunidad de vivir un día más.
  3. Percepción de la realidad. Los estoicos denominan a las emociones como pasiones. Las pasiones destructivas son por nuestra percepción por lo que hay que dominarlas y transformar en positivas, es decir, No es lo que sucede sino como percibimos lo que sucede. 
  4. “Control”. Este principio es en lo personal, el punto medular de esta corriente de pensamiento, y se explica mejor con la siguiente analogía: Un arquero puede preparase con el arco de la madera más fina y poseer la flecha más equilibrada y filosa y finalmente concentrarse hasta que éste dispara la flecha, sin embargo, una vez que lo hace ya no hay nada que el arquero pueda hacer. El viento puede desviar la dirección de la flecha o el objetivo, si es un animal o un adversario, puede tratar de esquivarlo o moverse. Así pues, lo considero ridículo que el arquero se desvalore si fracasa, ya que no posee la totalidad de elementos y estos son variables para beneficiar o afectar el resultado. Por lo tanto, no valemos por del éxito sino de lo que está en nuestro control, por lo que importa poco si nos lamentamos. Muy pocas cosas son las que están en nuestro poder. Según los estoicos solo existen tres cosas que se pueden controlar al 100%: motivación, opinión y el deseo. No depender del resultado, sino concentrarnos en lo que está en nuestro poder.
  5. Finalmente el “Fracaso”. El fracaso es el mejor maestro, de este modo, los fallos no se vuelven un obstáculo, sino que se convierten en el camino. Solo a veces se gana pero, si así lo decidimos, siempre se aprende.