lunes, 13 de mayo de 2019

El dogma central de la biología

La biología es la ciencia que se encarga del estudio de los seres vivos y su comportamiento; muchos autores dicen que es una de las ciencias más difíciles por el simple hecho que no sabemos de dónde viene la vida y ni cómo surgió, más aún su comportamiento tiene patrones, pero dentro de cada ser vivo todo se vuelve más complejo.

Para que algo se considere vivo se necesita tener un metabolismo —que es el conjunto de reacciones químicas en las cuales el organismo nace, obtiene su alimento, crece, se reproduce y muere— y dando a la siguiente generación la misma información que él tenía, dependiendo de la especie. La más pequeña forma de vida es la bacteria y la más evolucionada (no es fácil de responder, pero se dice que son) los humanos; dentro de cada ser vivo pasan cosas maravillosas a nivel molecular y atómico, es tan así que muchas cosas de las que sabemos de la vida son simplemente teorías.

Nuestra especie está compuesta de más de 200 tipos de células, las cuales trabajan en unísono y nos hacen ser lo que ahora somos; dentro de estas células, que no miden más de un milímetro, las cosas se ponen más complejas: dentro de ellas, en el centro específicamente, hay algo llamado núcleo celular en donde se contiene la biblioteca de la célula, el ADN (ácido desoxirribonucleico), el cual contiene tanta información como la que hoy esta disponible en toda el Internet —y dudo que Internet sea tan grande como el ADN humano—. Esta dichosa molécula puede duplicar toda su información en solo 12 horas sin ningún error. En caso de que si lo tuviera, la célula tiene la facultad de mandarse a la apoptosis (o muerte programada); también pueden entrar los mecanismos de reparación de ADN, que son tan geniales que pueden leer donde está la falla en tan solo minutos. Es como si un humano pudiera leer todos los libros de una biblioteca en tan solo unas horas—¡es imposible! Toda esta información contenida pasa a la siguiente etapa, que es la creación de los ingenieros, los cuales se encargan de leer y expresar lo que está dentro del ADN: el ARN.
El ARN (o ácido ribonucleico), que se diferencia del ADN por solo dos moléculas y que no contiene tanta información, también puede duplicarse sin ningún problema para volverse otra vez ADN (que es de donde viene). Se encarga de crear los mecanismos por los cuales las células hacen todas sus tareas, al construir pequeños robots o proteínas, que son los ladrillos de la vida.
Estructura del ADN

Guillermo Tell

domingo, 5 de mayo de 2019

El amanecer de una flor marchita

El otro día en mi clase de español el profesor nos habló sobre que nos tenemos que comenzar a preparar para el examen de admisión a la preparatoria y otra serie de exámenes por parte de la SEP, así que, como todo buen maestro, nos contó sobre su curiosa trayectoria al pasar por un gran curso de meditación Vissapana en la que estaba fuera de la ciudad en un lugar más silencioso que la Antártida cuando cae nieve y no podía hablar ni escribir durante como un mes, si no mal recuerdo; él nos hablaba que la desesperación le desgarraba las entrañas porque tenía que escribir, hasta rayó las paredes de su baño con lo que le sirviese como pluma. Al paso de los días pudo resolver ese conflicto del silencio y de solo dedicarse a escuchar lo que le rodeaba. Al terminar de contarnos todas las máquinas torturadoras por las que tuvo que pasar al no poder hablar ni escribir, hizo que nos pusiéramos a meditar de una manera muy simple y nada más como 5 minutos, pero en ese pequeño fragmento de mi vida me percaté de que a mis compañeros les costaba demasiado poder concentrarse unos pocos segundos, eso me dio vuelo para crear alas de preguntas que me surgían conforme todo esto sucedía, preguntas como: ¿por qué les es tan difíciles quedarse quietos por un minuto y respirar?, o hasta ¿por qué se me dificulta sobrepasar esos cinco minutos respirando en tranquilidad?; ¿cómo le harán en el examen de admisión, o simplemente al querer estudiar para él? Entre muchas más preguntas rondaron por mi cabeza así que al intentar contestar cada una de ellas noté que no podría saciar la sed que tenía en ese momento, porque no importase que respuesta me diese estaría rodeada de millones más.

Entonces para resolver uno de tantos incendios preguntones que habitan dentro de mí, comenzó en mi cerebro una tormenta de fuego que no me dejó en paz hasta que al fin pude pensar en una forma de apagar esa catástrofe: enfocándome más que nada en que sería mejor que, por ejemplo, en la primaria se nos brinden clases bien calificadas sobre meditación y se les dé seguimiento en los siguientes niveles educativos, ya que me he dado cuenta de que es una práctica que nos salva del risco. La única vez que la practiqué me funcionó de maravilla tanto para tranquilizarme como para que me saliera bien la presentación para la que me preparaba, pero además de mi poca experiencia, al investigar sobre ella, la empecé a ver cada vez más como a un salvavidas. De hecho, en la Universidad de Wisconsin se hicieron varios estudios sobre ella y mencionan que la meditación puede reducir a la mitad el riesgo de sufrir un paro cardíaco o cerebral, además de beneficiar en la disminución de la presión sanguínea; el doctor Fadel Zeidan, tras 15 años estudiando la relación entre la neurobiología y la meditación, ha determinado que este hábito protege el cuerpo ante el dolor.