martes, 27 de noviembre de 2018

La calle

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

Octavio Paz



Aunque este sea uno de los pocos poemas que he leído, me fascina; me hace sentir tan diminuta que siento que a un lado de eso me derrumbo, me apasiono cada vez que lo leo, siento que me convierto en cenizas, tanto por el propósito del texto como por lo perfecto que es. Siento que este poema me da lo que quiero y lo que no quiero tener, me brinda el placer de que su perfección no fue debido a que su género es romántico, ni épico y mucho menos de protesta. Me ha ayudado a definir en pocas palabras lo que realmente me gusta en la poesía: los diversos colores reflejados por el cristal, pero, aunque sean tan diferentes los colores todos son maravillosos. Y a pesar de que me muestra lo que aparentemente no quiero ver, me encanta porque siento que de esa forma me da el golpe en la cabeza que necesito para poder reaccionar.
Me encantaría que alguno de ustedes en un futuro no muy lejano, me ayudara a ver qué color es el que vio, porque amaría ver todas las caras de este bello cristal.

Lilith

domingo, 4 de noviembre de 2018

Una pisca de Haití

Antes que nada, quiero compartirles el por qué elegí hacer un trabajo sobre las tradiciones de este país; creo que, aunque somos latinoamericanos, no conocemos esos territorios con fronteras que solemos llamar países, que tienen raíces semejantes a las nuestras, y, como les he mencionado en repetidas ocasiones, yo quiero vagar por todo el mundo, conocerlo como si fuese la palma de mi mano, recorrerlo centímetro por centímetro, lamentablemente yo sé que no podré hacerlo, sin embargo, estoy más que dispuesta a intentarlo. Así comencé a preguntarme qué países visitaría con exactitud y cuando se me empezaron a acabar los nombres de las naciones que quiero visitar, comencé a indagar aquellos de los que nadie suele escupir palabras (como dije ya en el inicio, de América Latina) o de aquellos que no reposan en nuestros oídos con frecuencia, porque desde mi perspectiva que no se hablen de ellos no significa que no sean tan ricos en cultura como lo es México.


Haití fue la primera de todas las naciones latinoamericanas que había en casa, es decir, que ella sabía valerse por sí misma y que sola podría salir adelante, siendo así la primera en independizarse.