martes, 28 de julio de 2015

El lenguaje del mundo

Un día me disponía a leer un libro cualquiera, de principio no lo entendía bien pero después de leerlo vario tiempo me encontré con un párrafo el cual me gustaría comentar, y dice lo siguiente:

Allí estaba el puro lenguaje del mundo, sin explicaciones, porque el universo no necesitaba explicaciones para continuar su camino en el espacio sin fin. Todo lo que el muchacho entendía en aquel momento era que estaba delante de la mujer de su vida, y sin ninguna necesidad de palabras, ella debía saberlo también. Estaba más seguro de esto que de cualquier cosa en el mundo, aunque sus padres, y los padres de sus padres dijeran que era necesario salir, simpatizar, prometerse, conocer a la persona y tener dinero antes de casarse. Los que decían esto quizá jamás hubiesen conocido el lenguaje universal, porque cuando nos sumergimos en él, es fácil entender que siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, sea en medio del desierto, sea en medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia, y solo existe aquel momento y aquella certeza increíble de que todas las cosas debajo del sol fueron escritas por la misma mano. La mano que despierta el amor, y que hizo una alma gemela para cada persona que trabaja, descansa y busca tesoros debajo del sol. Porque sin esto no habría ningún sentido para los sueños de la raza humana.

Yo creo que si hay un lenguaje universal que no necesita de palabras para podernos comunicar pero que no todas las personas logran entenderlo y sumergirse en él y este es uno de los muchos lenguajes del mundo “el amor”. Creo que si hay alguien destinado para cada persona y que cuando la encuentres sabrás lo que de verdad es sentir amor. Todos lo hemos sentido alguna vez en la vida, como por ejemplo: al nacer la primera vez que ves a tu mamá. Es amor a primera vista y no necesitas hablar para que ella se dé cuenta de cuanto la amas en ese momento y para que tú te des cuenta de cuanto te ama.

Y con esto no quiero decir que cuando encuentres a esa persona que es tu alma gemela todo será perfecto, no se trata de eso esta vida, se trata de saber cómo estar unidos, como quererse y apoyarse a pesar de todo, que esa persona sea tu motivación todos los días para lograr todos tus sueños y metas, que te haga descubrir la felicidad. Es saber expresarse sin necesidad de palabras, con el lenguaje del mundo. Ese lenguaje que pocas personas conocen y creen en él. Hay cosas inexplicables que pasan, ¿Por qué sin conocer a una persona puedes llegar a sentir algo tan grande por ella? Porque ahí no está hablando el cuerpo si no el alma.

Pero para saber cómo sumergirse en él y entenderlo primero hay que creer que existe y dejar hablar al corazón. Hay que saber como comunicarte con tu alma. Sé que es algo que no es fácil a mi punto de vista, pero es algo que todos podemos lograr y a mí en lo personal me encantaría aprenderlo y trabajare para ello.

Esto es lo que yo creo, tal vez no sea verdadero pero es mi verdad y quería expresárselos.

Kidadatach.

martes, 7 de julio de 2015

Un regalo, un camino ideal


Antes de empezar a hablar del conocimiento, la sabiduría o la inteligencia, primero quisiera hacer mención de unos seres por los cuales existe esta virtud, unos éntes que para muchos no son nada pero que sin duda su trabajo nos fuerza y nos encamina al bienestar, éstas personas tienen la capacidad de en unas pocas horas transimitirnos ideas e incluso pasiones, éstas personas llamadas comunmente maestros, dedican un sin fin de horas a entregarnos uno de los regalos más preciados que puede existir, éste regalo es el conocimiento el cual, coincide con el camino de la verdad e incluso con el de la felicidad. Para culminar éste punto, sólo me queda hacer mención de una costumbre japonesa, (cabe resaltar que aún cuentan con emperador) en la cual absolutamente todos se inclinan frente al emperador, todos con excepción de los maestros, los cuales reciben una carabana del mismo emperador, ésta idea basada en la creencia que sin buenos maestros, no existen buenos emperadores.


Una vez abordado el tema y habiendo hecho mención de éstas maravillosas personas, sólo nos queda hablar aunque un poco útopico, de aquello que se conoce como conocimiento; desde pequeño he vivido con la ídea de que saber u obtener conocimiento es una de las cosas más importantes que se deben de hacer en ésta vida, ¿pero qué hay más allá de sólo aprender? ¿para qué sirve en realidad ese conocimiento? Para explicar ésto, es necesario remontarse a ideales muy antiguos que sin duda siguen presentes, éste ideal básciamente nos dice que el conocimiento es proporcional a la verdad y a su vez, es proporcional a la felicidad. Cada conocimiento, GENERALMENTE aplicado nos ayuda a estar más cerca de la verdad, pero sobre todo, un conocimiento aplicado normalmente genera una satisfacción, una felicidad. Es aquí dónde hago énfasis y pido opinión al terminar, y es que por más que se trate de crear un ideal sobre esto, se crea una discepancia sobre qué y cómo se debe utilizar. 

Un ejemplo muy claro es la utilización erronea del mismo, un viejo relato hace mención de un gran gobernante, con mucho conocimiento, manejaba cuentas y llevaba relaciones de diferentes bancos, leía todos los días los periódicos y estaba disupuesto a siempre aprender. Un día, sin nadie darse cuenta, robó a todos los bancos, como conocía los movimientos policiales e incluso rutas de escape, eśte se fugó y a pesar de que mchísimo tiempo después fue encontrado, nunca se pudo comprobar que él haya hecho el robo. Si bien ésta breve historia es cierta, ¿qué pasa entonces con esa “FELICIDAD”? Ésta es colectiva, es decir, se forma con todos, ¿qué felicidad hay quitándoles dinero a los demás y utilzándola con uno mismo?. En conclusión, sin duda el concocimiento depende de su utilización, como mencioné antes, la felicidad es colectiva, de manera que si ese conocimiento se utiliza para el bien común, genera mucha más felicidad o verdad que si es puesta en práctica con nosotros mismos.

Wolframio.