martes, 7 de julio de 2015

Un regalo, un camino ideal


Antes de empezar a hablar del conocimiento, la sabiduría o la inteligencia, primero quisiera hacer mención de unos seres por los cuales existe esta virtud, unos éntes que para muchos no son nada pero que sin duda su trabajo nos fuerza y nos encamina al bienestar, éstas personas tienen la capacidad de en unas pocas horas transimitirnos ideas e incluso pasiones, éstas personas llamadas comunmente maestros, dedican un sin fin de horas a entregarnos uno de los regalos más preciados que puede existir, éste regalo es el conocimiento el cual, coincide con el camino de la verdad e incluso con el de la felicidad. Para culminar éste punto, sólo me queda hacer mención de una costumbre japonesa, (cabe resaltar que aún cuentan con emperador) en la cual absolutamente todos se inclinan frente al emperador, todos con excepción de los maestros, los cuales reciben una carabana del mismo emperador, ésta idea basada en la creencia que sin buenos maestros, no existen buenos emperadores.


Una vez abordado el tema y habiendo hecho mención de éstas maravillosas personas, sólo nos queda hablar aunque un poco útopico, de aquello que se conoce como conocimiento; desde pequeño he vivido con la ídea de que saber u obtener conocimiento es una de las cosas más importantes que se deben de hacer en ésta vida, ¿pero qué hay más allá de sólo aprender? ¿para qué sirve en realidad ese conocimiento? Para explicar ésto, es necesario remontarse a ideales muy antiguos que sin duda siguen presentes, éste ideal básciamente nos dice que el conocimiento es proporcional a la verdad y a su vez, es proporcional a la felicidad. Cada conocimiento, GENERALMENTE aplicado nos ayuda a estar más cerca de la verdad, pero sobre todo, un conocimiento aplicado normalmente genera una satisfacción, una felicidad. Es aquí dónde hago énfasis y pido opinión al terminar, y es que por más que se trate de crear un ideal sobre esto, se crea una discepancia sobre qué y cómo se debe utilizar. 

Un ejemplo muy claro es la utilización erronea del mismo, un viejo relato hace mención de un gran gobernante, con mucho conocimiento, manejaba cuentas y llevaba relaciones de diferentes bancos, leía todos los días los periódicos y estaba disupuesto a siempre aprender. Un día, sin nadie darse cuenta, robó a todos los bancos, como conocía los movimientos policiales e incluso rutas de escape, eśte se fugó y a pesar de que mchísimo tiempo después fue encontrado, nunca se pudo comprobar que él haya hecho el robo. Si bien ésta breve historia es cierta, ¿qué pasa entonces con esa “FELICIDAD”? Ésta es colectiva, es decir, se forma con todos, ¿qué felicidad hay quitándoles dinero a los demás y utilzándola con uno mismo?. En conclusión, sin duda el concocimiento depende de su utilización, como mencioné antes, la felicidad es colectiva, de manera que si ese conocimiento se utiliza para el bien común, genera mucha más felicidad o verdad que si es puesta en práctica con nosotros mismos.

Wolframio.