jueves, 20 de mayo de 2021

El sentido del "Yo" y la otredad

 ¿Recuerdas aquel momento en el que naciste? O aún peor, ¿recuerdas el momento antes de que nacieras? Al parecer algo que nos define como individuos es nuestra memoria. ¿Qué pasaría si se eliminaran ciertos eventos específicos de nuestra memoria?


Aunque hubieran pasado esto no tendría efecto en tu desarrollo como ser humano con personalidad. Nos formamos gracias al entorno que nos rodea pero si borras los recuerdos de ese entorno no habrá nada que modificar en tu psique. Podríamos decir entonces que la escencia de los seres pensantes es la memoria, como lo decía Aristóteles en el primer libro de su Metafísica pero aún más en el fondo hay algo antes de esta: la percepción y la interpretación. La vida diaria es un ejercicio de hermenéutica en la que incluso dos individuos que perciben un evento lo llegan a describir totalmente diferente. ¿Cómo sería posible que dos individuos describan un evento de forma distinta pero sin perder la razón? Porque somos pequeños. Somos diminutos junto con nuestra percepción y la realidad es demasiado para nosotros.

Entonces, ¿qué forma la individualidad de los seres pensantes? La memoria. Diría que la percepción pero ni si quiera podremos saber si cuando decimos rojo tú ves el mismo color que yo, solo sabemos que tenemos un acuerdo de lo que es rojo y las cosas comunes que son rojas. Somos unos vasos agarrando agua de la laguna de la realidad. La memoria nos enseña cómo es nuestra realidad, lo que es normal, lo anormal, las dualidades que solemos encontrar y los patrones que nos encantan buscar.  Pero no es tampoco que la realidad sea inestable por su increíble apertura a la interpretación ya que eso pondría en riesgo la misma existencia del todo, sino que es indeterminada en espacio y tiempo. Somos nosotros los que definimos según nuestra percepción y mediante las diferencias entre esta y nuestras memorias formamos lo que somos como individuos. 

Esto trae muchos problemas ya que, como la percepción de los que consideramos “otros” es incierta para nosotros y su memoria es diferente a la nuestra, forzosamente vuelve nuestra interacción con los otros una tan pesada y con una carga de responsabilidad infinita que nos hace pensar cada detalle al interactuar con el otro porque puede que nuestras acciones con intención de cortesía sean una ofensa para el otro. Estas ideas fueron desarrolladas por Emmanuel Levinas en muchas de sus obras. De esta forma no podemos tratar a los otros como a nosotros mismos porque ellos no son nosotros mismos. No podemos usar de base para nuestros códigos éticos el “No hagas lo que no quisieras que te hagan” o variaciones como “A mí no me importaría que me hicieran eso”. No aceptar la existencia de la otredad y convertir a todos en una extensión tuya es solo una forma de descubrir tu narcisismo y la falta de empatía hacia los demás. 

Fuera de la concepción del yo y del otro hay un concepto que sale a partir de estos dos y que permite entender un poco más muchas interacciones sociales que han ocurrido y ocurren en la historia: nosotros. En las comunidades, y aún sabiendo que todos somos diferentes, hemos encontrado entre nosotros algo en común que nos une por un mismo fin; etnia, religión, nacionalidad, entre otros. El problema es que siempre hemos dejado a alguien afuera, siempre existe un “otro”. En las leyes, en los derechos, en las escuelas, en la política, en todos lados. Siempre nos falta alguien cuya percepción y realidad ignoramos porque no es la nuestra. Se nos hace tan fácil criticar sin entender cuando nuestra responsabilidad es escuchar para incluir aún sin entender, con sus debidas precauciones claramente. 

Repito: somos unos vasos agarrando agua de la laguna de la realidad. Contenemos el agua de nuestros pensamientos. Todos somos vasos diferentes. No podemos obligar a alguien a tomar nuestra agua, se derramaría todo en la locura y la incomprensión. Incluso si se pudiera, como todo vaso es diferente, las mismas ideas en otro vaso podrían llegar a conclusiones muy diferentes y a sistemas de pensamiento muy diferentes. 

 

Como podrán recordar, muchos de mis trabajos son muy análogos, muy interpretativos y abiertos, y es que como la definición siempre deja algo afuera el escribir mi realidad tan abiertamente permite a los otros encontrar su realidad en la mía. Volvernos menos otros y más nosotros, pues todos interpretamos.

Fibonacci

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