sábado, 10 de agosto de 2019

Un suspiro de cambio

Es curioso como en un viaje de una hora te suceden cosas tan inusuales.

Llena de ilusión y de una ansiedad agradable, observo por la ventana los lugares que ya conozco, lugares junto con burbujas de recuerdos que pasan por mi mente como estrellas fugaces, desvaneciéndose como espuma de mar, para al fin llegar a mi destino. Un destino por el que ya había pasado centenares de veces, pero en esta ocasión sería distinto; en esta ocasión cruzaría las puertas de aquel edificio viejo, en restauración, ese edificio que antes formaba parte del templo “Nuestra Señora de la Asunción” y el colegio “San Felipe Neri”. Ya tenía planos de lo que haría estando dentro y al salir de ese sitio; lo primero que observaría serían esos frutos de los árboles llamados hojas, en donde, con lupa, checaría el turno y el grupo que tendría en mi próxima estadía académica. Lo interesante sucedió después, al salir de aquel “pequeño” lugar (que en realidad les aseguro que no lo es, aunque parezca) me acompañó por un momento la desilusión de mi turno, a pesar de ello, no pasaron ni cinco minutos para encontrarme con una manada de espectaculares personas, que en cuanto vi, uno de ellos me miró, se acercó con una contagiante euforia y me extendió su mano para decir “¡hola! ¿cómo te llamas?”. Curiosamente yo estaba esperando a otras personas para saludarlas y saber sus resultados de turno y grupo; en vez de eso choque con los dientes de una persona extraña saludándome con una sonrisa.

Al mismo tiempo que le platico mis hobbies, de la nada externa un sentimiento de alegría instantánea, abrazándome junto con un gruñido avisándole a toda la manada de que sería su mejor amiga. Con esto se esfuma por completo mi pequeña desilusión y es intercambiada por una impaciente espera llena de júbilo.

Escribí esto con el propósito de externarles lo que este breve suceso me dejó: en primera estancia, que tendré unos grandes amigos—o eso espero—y en segunda, que planeo ser infectada por la seguridad y un poco del comportamiento de aquel chico que me habló de la nada. Comenzando por observar a la gente como oportunidades, para que con la ayuda de las ideas y opiniones de otras personas inflaran mi cerebro, inflándolo de conocimiento y un constante aire de cambio.

Lilith

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