domingo, 23 de febrero de 2020

Mi Carta a Madero

México no estuvo hecho para ti, Madero.
En un México lleno de angustia, de un progreso que se presumía, pero era para pocos. Una constitución, aparente mente la mejor de Latinoamérica, pero que solo era un papel de adorno. La palabra de Don Porfirio, la Ley. La democracia, una simple leyenda. Indígenas trabajando hasta morir en el sur de México, el Norte olvidado y dejados a la ley del monte donde el Salvaje Oeste estadounidense era un paraíso comparado con Durango.


Emergiste de una familia pudiente, estudiado bajo lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad en París. Pensaste que después de que el espíritu de Juárez te habló, podrías arreglar nuestro México que estuvo roto. Al regresar, lo intentaste, pero eras un hombre de bien, demasiado inocente. Esa fue tu perdición.
Llegaste a pedir elecciones democráticas a Diaz, te contestó con la cárcel. Entendiste que solamente con la guerra, aunque la detestabas, podrías contra el dictador. Lo lograste, podrías haberte instalado a la fuerza, censurar los periódicos que no te favorecían, fusilar rivales políticos, pero te abstuviste. Organizaste elecciones, concediste libertad de expresión para que te insultaran a palabras de tu hermano. La prensa mordió las manos que les quito el bozal y a los rivales los invitaste a trabajar contigo para mejorar a México. Pobre Madero, esperabas mucho de un México que no conocía la paz y la democracia.
A pesar de haberte advertido tu hermano, que una traición estaba por llegar, te limitaste a pensar que el usurpador no era una mala persona, y te fusilaron.
Hoy, yo te recuerdo como aquel héroe de la revolución que no quiso matar. Como aquel héroe que hizo las cosas por el camino del derecho y de la legalidad, porque en una época de bandoleros y dictadores fuiste un hombre de libertad y democracia.
Y en esta época donde se halagan y extrañan a dictadores como Diaz y se olvidan los valores que nos heredaste.
Yo te extrañare a ti, Madero. Fuiste un hombre inocente y demasiado bueno para bueno. México no era para ti.

Luis Hernández

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