jueves, 5 de noviembre de 2020

Un Viaje Sin Fin

 Aun recuerdo algunas cosas de aquella bella infancia, donde todo era un poco más sencilla, mi familia siempre me dice que de niña parecía vivir en mi propio mundo y hasta la fecha creo que es verdad. Les platicare un poco de este mundo pues en el no hay maldad, tristeza o preocupaciones, todo era perfecto, sin embargo, hubo algo, un viaje que me enseño que, aunque todo lo tengas planeado y este destinado a ser perfecto no todo lo es.

Todo comenzó en una noche oscura, mientras mi mamá terminaba de empacar algunas cosas yo me había quedado en el sillón sentada viendo como las gotas de lluvia caían por la ventana y los rayos iluminaban la sala, cuando ya estaba todo listo me subí a la camioneta para iniciar un viaje por el que estaba emocionada pues nunca había ido aquel lugar, mientras íbamos de camino yo iba viendo la ciudad aun hermosa en la oscuridad, respirando aquel olor a tierra mojada y de fondo un par de canciones que sonaban en la radio. 



Mientras en mi mundo yo imaginaba lo que haría al llegar, ni siquiera me di cuenta que la camioneta en la que íbamos se detuvo, en medio de una curva de carretera en medio de la nada, el chofer se armo de valor y se bajó con una linterna en mano a ver que sucedía, mientras mi madre se comía las uñas de los nervios y mis hermanas asustadas, esperábamos impacientemente la respuesta, cuando el chofer regreso nos dijo lo que temíamos la camioneta se había descompuesto y no había forma de moverla. 

Recuerdo que voltee a ver la cara de mi madre era como si estuviera tratando de resolver el problema, mis hermanas habían entrado en colapso donde no sabían que hacer y yo bueno solo observaba todo mientras en mi mente sonaba alguna canción de fondo. Para mi fueron algunos minutos, pero estoy segura de que para mi familia fueron horas las que pasamos sentabas en una piedra con la luz de la luna, bajo la lluvia intensa, con ese frio que incluso sientes como te atraviesa la piel y llega a calarte los huesos, esperando que alguien nos pudiera ayudar y llevarnos alguna central de autobuses o tan siquiera algún lugar seguro.

Pero no todo iba a ser tan malo, alguien escucho nuestras suplicas y un amable señor que era mecánico paso por nosotros y nos llevo aquel lugar seguro en el tanto quería estar. Cuando uno piensa que las cosas mejoran, siempre hay algo que te sorprende esta camioneta era de caja abierta, por lo que nuestras maletas fueron puestas en la parte de atrás y nosotras las íbamos cuidado, la lluvia no paraba no era intensa pero tampoco leve, el frio era igual o mas intenso pues con el aire se hacia cada vez menos tolerante, al menos con un resfriando si llegábamos, mi hermana me abraza con todas sus fuerzas para no sentir como el frio me hacía temblar como hoja, fueron unas 2 horas de viaje para llegar a la central de autobuses y de ahí poder tomar un camión y llegar sanas y salvas al hotel. 



Al llegar nos bajamos y lo que era de esperarse las maletas se habían mojado por completo por aquella lluvia, por lo que significaba que no tendríamos ropa seca para cambiarnos y al menos calentarnos un poco, pero lo que ellas veían como algo cada vez peor, yo estaba feliz porque al menos en un lugar cerrado el frio seria menos. Mi madre fue a comprar boletos para tomar el próximo camión y así seguir con nuestro viaje que cada vez parecía mas infinito llegar al destino.

Esperábamos el camión en esas sillas incomodas, pero que en ese momento parecían sillones, y nosotras estábamos cansadas, con sueño y mojadas, el sueño nos gano y se lo que han de pensar ya se les fue el camión, gracias a dios y a mi hermana que quería pasar al sanitario despertamos justo cuando estaban abordando. En ese momento comenzamos a alegrarnos de nuevo.

Por fin después de horas estábamos arriba y aun que el camión olía a vomito, a sudor y tardaba siete horas en completar el destino, el mismo que se hacía eterno. Al menos ya nuestras maletas estaban a salvo. Mi madre en cuanto se sentó volvió a entrar en un sueño profundo, mis hermanas estaban igual y yo solo veía por la ventana deseando que todo acabara, cerrando poco a poco los ojos yo volvía a mi mundo donde estaba descansando en deliciosa cama. 



Recuerdo que el tierno beso de mi mama de hizo abrir los ojos, los cuales se encandilaron con la luz del sol, pero había buenas noticias, después de todo habíamos llegado a nuestro destino. Bajamos las maletas y tomamos un taxi que nos llevara al hotel, cada vez la espera era menos y mi emoción resurgía de nuevo.

Al llegar al hotel nos registraron y ya todo parecía ir bien, así que atravesé el hotel y sali corriendo a ver aquella vista que tanto había deseado e imaginando…el sentimiento que tuve al ver aquella vista es algo que aun logro describir.

Yo, me quedé mirando atónita, muda, sin palabras, asombrada de cómo se extendía una playa de arena blanca en mis pies y el mar inmenso este parecía un gigante dormido en un sueño ondulante y azulado. Estuve allí durante horas, aunque para mí fueron instantes respirando ese olor a agua salada, viendo como mi cabello se agitaba y se enredaba por la brisa de mar, si embargo mi felicidad era infinita, era como conocer el mar de nuevo. 



Debido al largo camino y a los acontecimientos que pasaron, la playa de Mazatlán se volvió una de mis favoritas, dejándome en claro que por mas planeado que uno tengas las cosas, no todo está en nuestras manos y que siempre se tiene que ver el lado bueno de las cosas … quien hubiera pensado que fue uno de los viajes mas lindo alado de mi hermosa familia, lo disfrutamos demasiado lleno de risas, amor y aventura, después de todo ¿Qué más podría salir mal?  

Fille


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