domingo, 20 de diciembre de 2020

Ego

Hay una cosa en común en todos los seres humanos. Y es que hay algo extensivo en nosotros que es un herramienta global; es aquello que nosotros usamos y que los otros pueden usar; es lo primero que se encuentra entre nuestras interacciones; y es de las joyas más preciadas por la mente.


Hemos tratado a la parte más externa de nosotros como si fuera el núcleo pero no sabemos la importancia de conocerlo y saber cómo este interacciona con otros de su misma naturaleza. Es fundamental conocer esta mitocondria mental para saber utilizarla a nuestro favor pero aún más importante es no dejar que la utilicen de ancla para usarnos.

Es curioso ver cómo el ego está presente en todas nuestras acciones y en los más importantes pensamientos pero sin ser el núcleo o base de estos. Así, pues, se sigue entendiendo a este como una extensión del alma y no el alma misma. Y también es interesante ver cómo la gente más sabia es la que se deshace de este ego y lo domina para ser conciente de sus movimientos y su naturaleza, así logrando una completa autonomía en cuanto al arte que se busca hacer, pues es la herramienta perfecta para el artista.

Pero no os emocionéis, que ni el más habilidoso en las artes y las armas se le es fácil dominar a su propia sombra, esta com la que se habla cuando se está más solo y que aún así te abandona cuando no hay luz. La dominancia sobre esta sombra no se consigue apagando la luz, sino iluminando más, para que en contraste se muestre más completa y desnuda para después uno, como ser, se levante y sus pies se separen de ella.

Es tan doloroso como el propio parto, pues en este momento tan revelador se da vida a la siguiente evolución del animal político que, junto a la ayuda de las tecnologías, terminará dedicándose a la más pura de todas las ciencias y las artes: la filosofía y el pensar.

No olvidemos, entonces, que nuestro más elevado ser (y el menos elevado para los iluminados que saben de qué hablo) está en destruir lo más preciado en nuestra alma para poder formarnos como verdaderos artistas de la realidad y fungir como seres aún más íntegros.

Fibonacci

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