viernes, 5 de julio de 2019

Conspiración y muerte de Francisco I. Madero.

Yo fui el único que se percató del severo juego que goteaba de traición que por sus dedos se escurría, y aun así como un loco se me veía. De la nada observé el próximo movimiento; en contra de mi hermano había un descontento y de ahí surgió una desgarradora escena, en donde se planteaba el derrocamiento de mi compañero de sangre en la Trágica Decena, la cual por Victoriano Huerta está totalmente liderada, pues le prometió a Díaz que su derrota, en la revolución, estaría vengada.

Él bien sabía que la presidencia en su posesión mejor estaría, pero vaya que error cometió al dejársela a Huerta pues con ello, se ganó de Zapata su desprecio, luego prosiguió con disputados porfiristas, que no le lanzaban ni una falsa sonrisa, para después recibir las odiadas cartas que emanaban del pueblo; sí, hermano fuiste un revolucionario que luchaba con alegría pero como presidente se avecina que se te derrotaría, porque el mundo es una batalla que como el tiempo no para, tan blando fuiste que a fuertes personajes como Bernardo Reyes y Félix Díaz no los fusilaste, sólo les diste una mejor chance de con un golpe derrocarte, y no solo de la presidencia sino hasta de tu presencia.

Entonces llegó el año de tu muerte, un desangrado año de 1913, donde se terminan los pensamientos de terratenientes, militares, empresarios, políticos, periodistas, diputados y senadores: como Victoriano Huerta, Félix Díaz, Bernardo Reyes, Aureliano Blanquet, Henry Lane Wilson, y comienzan por fin a poner en marcha sus actos desgarradores. Tras tomar el palacio municipal, Lauro Villar retoma esa importante estructura, por suerte, para que después mi hermano cometa otro grande error como funcionario, hace a Victoriano Huerta jefe de la plaza, dándole todo el poder militar como si no fuese un vil diario al que, si está en malas manos, no le sucede nada.

Huerta realiza con los rebeldes un pacto, en donde se le reconocerá en el democrático trono, no derramar sangre y fuego en la ciudadela fue el cambio. Días después, Huerta, ni un tornillo le falta en la cabeza, manda a que los rebeldes realicen, en el palacio Nacional y la ciudadela, una balacera mientras él ayudaba a Madero, pues ésta era su fingida lealtad de estrategia.

Con dolor todo esto escribo, mi amado hermano mío, pues recuerdo las balas llenas de pólvora de mentiras que con trabajo lograbas esquivar, pero al final, una te logró alcanzar.

Más de una vez te dijeron, firma tu renuncia y esto aquí quedo, pero no cediste ni un poco al olvido de tus apasionantes anhelos, sin embargo, tan bobo fuiste que “¿cómo te atreves a cuestionar la lealtad de Huerta?” me dijiste, al mismo tiempo te chantajean por tu renuncia con detener el huracán de sangre y volviste a decir que no, después la idea de que Blanquet es un traidor se te implante, con mucho orgullo éste no lo niega, así que dime Madero, acaso ¡¿eras un alma ciega?! A mí y a todo México nos hiciste sufrir y añorar la presidencia de Díaz que todos los días paz habitaba en nuestras vidas, a carcajadas y golpes me torturaron para al fin acabar con el trabajo.

Al final firmaste tu derrocamiento, cuando Huerta y Henry Lane toman el poder absoluto de este pequeño mundo, al firmar también firmaste el fin de tu vida en comportamiento.

Lilith

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