Cuentos para desrealizar

Vivimos y estamos entre muchas cosas. Júzgalas como quieras. Lo que pasa sin juicio es que a veces estas cosas son demasiadas que la percepción se hace diminuta y se protege contra esto que le rodea. Al final, se derrite la realidad y se nos presenta un mundo oscuro. En este cuarto oscuro hay millones de creaciones y memorias que la gente ha armado en diferentes situaciones. Todas esas situaciones coinciden en algo: el apacigüe del alma y la satisfacción de la mente al materializar su reflejo.

Hay cuentos que encierran maravillas, desgracias, risas, llantos, placer y dolor, pero, entre todo esto, es la creación lo que las hace trascendentales. En las letras de los diversos autores que ha habido en estos milenios se nos manifiestan diversos elementos que unas veces son muy ordenados y otras están dispersos por todo el ambiente. Esto también es un reflejo de la mente del autor. No lo digo de forma que el escritor esté desordenado y fuera de quicio, sino que presenta la complejidad casi ininteligible del ser humano. Junto con esto, en los cuentos, y en general los escritos, también son enormemente influenciados por el ambiente del autor al escribirlo. Al tener esto en mente podemos ver la evolución del pensamiento humano si analizamos autores de forma cronológica.

Las letras que se comparten en forma de cuentos, como ya dije anteriormente, están en un abismo; flotando para que alguien las reciba. En ellos presiento una paradoja, pues son universos infinitos desde dentro y no veo como puedes entrar y salir tan fácilmente de una realidad que puede ser tan compleja como tu gustes, tan detallada como tu esfuerzo quiera procesar y tan surreal como tu imaginación pueda pensar. De forma seria, los cuentos parecen lo más cercano a una exploración interestelar o a una epifanía en la que vez 14 millones de realidades posible. Así, el lector no es más que un incansable cosmopsiconauta.

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