viernes, 5 de noviembre de 2021

El poder de los hábitos

Toda nuestra vida no es sino una masa de hábitos (prácticos, emocionales e intelectuales) sistemáticamente organizados para bien o para mal, que nos lleva irresistiblemente hacia nuestro destino, sea este lo que fuere”

-William James, filósofo y psicólogo estadounidense.


¿Qué hábitos tienen? ¿por qué los tienen? ¿para qué los tienen? ¿cómo y cuando los formaron? ¿son sanos? Son preguntas obligadas para obtener conciencia de estas acciones que son constantes y forman parte de nuestra personalidad.

Para profundizar en el tema, comenzaré por dar una panorama general sobre el concepto de hábito.

El hábito es cualquier comportamiento aprendido (no es innato, no nacemos con ningún hábito) mediante la repetición, que se realiza de forma habitual y automática sin apenas pensar en ello. Es un elemento básico del aprendizaje humano. Según los científicos los hábitos, sean positivos o nocivos, se crean porque el cerebro siempre busca la forma de ahorrar esfuerzo, intenta modificar cualquier rutina en un hábito para ahorrar tiempo y energía.

La repetición influye mucho y es una herramienta básica en psicología. Una investigación sobre el proceso de formación de un hábito que en 2009 hizo Phillippa Lally y su equipo en el University College de Londres.

El estudio titulado “Cómo se forman los hábitos: modelando la formación de hábitos en el mundo real”, publicado en la Revista Europea de Psicología Social, concluía que se requerían 66 días de promedio para crear un hábito que perdure en el tiempo. Se pidió a 96 universitarios que eligieran una conducta saludable y lo repitieran hasta crear un hábito. El tiempo para alcanzar el automatismo del nuevo comportamiento varió de 18 a 254 días. Esta variación tan amplia se justifica porque varían la perseverancia y motivación de las personas y el hábito a conseguir.

Aprendemos mediante la asociación y memorizamos mediante la repetición. Cuando hacemos algo desconocido o asimilamos un conocimiento nuevo nuestras neuronas se agrupan químicamente para comunicarse, creando nuevas conexiones entre ellas o sinapsis. Y si repetimos esa experiencia nueva a menudo (Ley de la repetición) esas conexiones neuronales se hacen cada vez más fuertes, hasta que las neuronas individuales terminan por liberar una sustancia química (unas moléculas llamadas neurotrofinas) para fijar esas conexiones, y el hábito estará adquirido.

Cambiar de hábitos es un trabajo arduo, especialmente los hábitos del pensamiento. Los pensamientos que frecuentamos a diario sobre cualquier cuestión se convierten en nuestra forma natural de reflexionar, porque demanda bastante menos esfuerzo para el cerebro pensar siempre igual sobre la misma cuestión ya aprendida. Al principio debemos mentalizarnos del esfuerzo necesario que supone tener que concentrarnos en reestructurar nuestros pensamientos automáticos negativos, pero sabiendo que si lo hacemos a menudo y de forma constante (sin permitirnos ninguna excepción) nuestras neuronas empiezan a relacionarse entre ellas, creando conexiones sinápticas más dinámicas y entrecruzadas en nuestro cerebro para preparar a nuestra mente a que asimile lo que hemos trabajado intelectualmente.

Lo seres humanos tenemos la facultad de renovarnos a nosotros mismos, poseemos el potencial y la aptitud para transformarnos en la persona a la que aspiramos mentalmente, empleando de forma consciente las mismas herramientas con las que elaboramos de forma inconsciente nuestro antiguo Yo.

¿Qué hábitos tienen? ¿por qué los tienen? ¿para qué los tienen? ¿cómo y cuando los formaron? ¿son sanos?

ALRE

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